Bukele pidió al pueblo: “Ver, oír y callar” durante su segundo mandato.

Empoderado por su popularidad, el presidente inconstitucional dejó claro no está permitido quejarse y que deben seguir sus pasos “al pie de la letra.

La medicina amarga será para todos los salvadoreños y seguramente habrá una sobredosis para aquellos que se atrevan a criticar su forma abrupta de gobernar.

Su discurso fue aplaudido por miles de simpatizantes que no logran dimensionar esas palabras, las cuales pueden revertirse en cualquier momento y no habrá institución que los defienda, entonces será “el lloro y el crujir de dientes”.

Por otra parte, el juramento que hizo junto a la gente que asistió a su investidura, iba cargado de odio hacia los mismos salvadoreños que discrepan de sus decisiones y a los que él (Bukele) llama “los enemigos del pueblo”.

Según Enrique Anaya, abogado constitucionalista, “en su discurso Bukele dejó claro que quiere una ciudadanía sumisa, que lo siga sin cuestionarlo, sin quejarse de la medicina amarga que vendrá”.

Anaya manifestó que “nos vienen tiempos recios, francamente, desde la economía, desde la política”, opinión que también comparte la economista Julia Evelin Martínez, al referirse que “las dictaduras, cuando se sienten empoderadas porque han votado en favor de ellos, entonces dicen “hoy sí” y dicen ‘voy a callar a todos aquellos que me critiquen’, ya lo anunció”.

Esa es la realidad paramiles de salvadoreños que han vivido las atrocidades de Bukele, quien se presenta como el justiciero del pueblo, pero tras ese disfraz, hay un dictador, persigue a los ciudadanos trabajadores que tacha de delincuentes. Así los perciben las personas que han sido víctimas del régimen de excepción.

De acuerdo con analistas y organizaciones de la sociedad civil, el primer quinquenio de Bukele fue para limpiar el terreno y quitar todos los contrapesos constitucionales para consolidar el control estatal y someter al pueblo.

Hoy en este segundo mandato inconstitucional, la persecución política, la violación a los derechos humanos, el acoso a la prensa independiente y la crisis económica se recrudecerán.

Más pobreza y más impuestos

Para la especialista en economía, Julia Evelin Martínez, la situación económica no mejorará, por el contrario, si aumentan el IVA al 17%, lo cual es parte de la medicina amarga, también la extrema pobreza aumentará.

Si bien, el incremento del impuesto al valor agregado sumará mil cien millones de dólares mensualmente, la deuda se mantendrá porque con esta recaudación tapará unos hoyos y abrirá otros.

Además, la economista sostuvo que el discurso del 1 de junio no hubo nada nuevo. Le restó importancia a temas como la pobreza, la desigualdad, el cambio climático, entre otros.

Danilo Pérez, director ejecutivo del Centro para la Defensa del Consumidor (CDC), dijo que “espera que la medicina amarga anunciada por Nayib Bukele se refleje en la población que tradicionalmente ha tenido más privilegios y no en la mayoría de la población”.

Asimismo, manifestó que la población dejaría de consumir algunos productos de la canasta básica porque el dinero no alcalza. Actualmente el costo de vida es de $920 y hay más de dos millones de pobres.

Sobre esto, Martínez agregó que con el aumento del IVA, el gobierno fácilmente podría pagar la deuda de $10 mil millones que se ha adquirido en los últimos 5 años a costa de sacrificar a los más vulnerables.

La parlamentaria de la fracción política Vamos, Claudia Ortiz apuntó que “el tema de la medicina amarga es muy interesante, porque normalmente los gobernantes están dispuestos a recetar medicina amarga al pueblo, pero no están dispuestos a tomársela ellos”

En lo que respecta a otros impuestos, las municipalidades aplican nuevas tasas y hasta “contribuciones especiales” para captar más fondos.

Por ejemplo, la alcaldía de San Salvador Centro ya está aplicando la medicina amarga a los propietarios de casas, apartamentos o caleras que buscan un ingreso extra alquilándolas. Ellos son catalogados como “empresarios “y deben pagar esos tributos, pero exoneran a grandes empresarios que vienen a invertir al país.

Esto, señalaron los críticos, es solo el “principio de dolores” para los salvadoreños, lastimosamente la mayoría de los ciudadanos siguen con el encantamiento de Bukele y mantienen los ojos cerrados.

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