La investidura inconstitucional de Nayib Bukele

La reelección inmediata de presidente en El Salvador es inconstitucional. Así lo dicta la Constitución.

El Salvador será gobernado por un presidente inconstitucional, gracias al fallo de la Sala de lo Constitucional que puso en “bandeja de plata” una reelección antojadiza.

Bukele, el millennials que aseguró respetar las leyes de la República y honrado los principios de su padre en este tema, se enamoró locamente del poder y decidió quedarse en la silla presidencial por largos años, marcando un camino dictatorial.

En estos cinco años de mandato, que según la Constitución finalizan el 1 de junio y que no contempla la reelección, destruyó la democracia e hizo reformas electorales para asegurar un nuevo mandato.

Por su caprichosa forma de gobernar ha contribuido a que el país enfrente el mayor retroceso democrático en la última década y que según Bukele El Salvador vive una “nueva democracia”.

En su reciente informe, el organismo internacional Índice de Libertad en el Mundo, asegura que esta nación centroamericana ha retrocedido 24 posiciones.

Y ante la falta de contrapesos, dice Ruth López, jefa de Anticorrupción y Justicia de Cristosal, también se perdió el pluralismo. Agregó que este sistema de frenos era el que mantenía las garantías de la ciudadanía.

Para Napoleón Campos, politólogo y consultor internacional, “El país como un todo ha perdido”, porque las pasadas elecciones fueron “la puerta de entrada a esta deriva autoritaria, como la han llamado internacionalmente, que está sufriendo la región en varios países”.

La trampa electoral para mantener la silla presidencial fue la redistribución de municipios, anticipándose a los resultados producto del descontento popular y el fraude del voto en el exterior. Solo así puede saborear un segundo periodo.

Por su parte, los salvadoreños han sacrificado su democracia en favor del “populismo punitivo” y la disfrazada seguridad en las calles, justificando un régimen de excepción indefinido, fruto del pacto con las pandillas.

El miedo como mecanismo de control

Bukele afirma que ganó las elecciones para un segundo periodo democráticamente, pero la realidad es otra. El gobierno tuvo que recurrir a reformas electorales, a la persecución política de la prensa independiente y las voces críticas para tener el camino libre.

Además, utilizó el miedo como estrategia política para vender el éxito del Plan Control Territorial con la ayuda del régimen de excepción para devolver la “tranquilidad a las calles”.

Con esta táctica maquiavélica, aseguran sus críticos, ha logrado persuadir y manipular a la población para consolidar su autoritarismo es producto del miedo generalizado.

Óscar Picardo, director del Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la Universidad Francisco Gavidia, declaró a la agencia de noticas EFE que: “Yo creo que se va a seguir consolidando el régimen, un modelo bastante autoritario de control absoluto, de un miedo generalizado, hay miedo en diversos sectores empresariales, universitarios (…) en opinar, en disentir” y agregando que esto “no es saludable para la democracia”.

Manifiesta que así es como está funcionando el país, donde nadie contradice ni critica y si lo hace son ” aisladas y poco contundentes, y cualquier reacción que haya negativa al gobierno puede tener consecuencias, sobre todo en los sectores empresariales”, opinó.

Picardo agrega que la investidura de Bukele es fruto el control sobre el congreso legislativo, donde el oficialismo la lidera y se asignó facultades para reformar la Constitución de manera exprés, lo que juristas han señalado que viola las normas pétreas del texto constitucional.

El académico añade que el tema de “la reelección indefinida es preocupante o cualquier otra cosa insospechada”. También es preocupante el debilitamiento económico, ya que no hay inversión extranjera y el gobierno gasta sin desmedidamente y el nivel de endeudamiento es grande.

 

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