El país gobernado por Nayib Bukele está en un declive democrático e institucional al igual que Rusia, Irak, Bielorrusia y Haití.
La noticia no sorprende a los analistas políticos salvadoreños ni tampoco a instituciones que velan por las democracias libres. El informe The Economist viene a confirmar la grave situación en la que ha caído este país centroamericano.
Según el documento, la calidad democrática retrocedió en el 2022 y El Salvador es el cuarto país del mundo que más declive democrático experimento en ese año, junto a las naciones de Rusia, Irak, Bielorrusia o Haití.
“Hay un camino oscuro hacia la autocracia”, se advirtió en un documento que reflejó una caída, por cuarto año consecutivo, de un índice que evalúa las instituciones de los países.
El análisis regional al que llega Economist Intelligence Unit (EIU) es que por cuarto año consecutivo se está experimentando un declive en el índice de democracia, donde el puntaje promedio cayó a 5,79, por debajo del 5,83 en 2021.
Un ejemplo más destacado, dice, es El Salvador, país centroamericano que registró la segunda disminución más pronunciada de la puntuación en la región, después de Haití, en 2022.
Esta regresión radica en la “debilidad estatal”, una de las causas principales de los bajos puntajes en la región y que están relacionados con el funcionamiento del gobierno y la cultura política.
Además, la medición, muestra a El Salvador dentro de los 36 países con un régimen híbrido, es decir, que “goza de algunos niveles de democracia, pero sufre debilidades más pronunciadas que una democracia con fallas”.
Para EIU, un régimen híbrido se caracteriza por no permitir que proceso sea libre y justos, hay presiones del gobierno a candidatos de oposición y acoso a periodistas, corrupción generalizada en el gobierno, un Estado de Derecho débil, falta de independencia del Órgano Judicial y debilidades en participación política, entre otros aspectos.
El indicador democrático para El Salvador que sufrió una mayor caída este último año donde las libertades civiles disminuyeron 1.47 puntos, de 6.18 a 4.71, en una escala del 0 al 10, una caída del 23 %.
Otra mala calificación fue al proceso electoral y al pluralismo, bajando 0.84, de 9.17 a 8.33 puntos. Las disminuciones menores se ubican en el funcionamiento del gobierno (0.36, de 3.93 a 3.57) y cultura política (0.22, de 3.35 a 3.13) y en participación política el puntaje se mantuvo en 5.56.
The Economist concluye que el 98% de los latinoamericanos no vive en una democracia completa porque y que se percibe un autoritarismo naciente en la región.
En el caso particular de El Salvador, en cuatro años de gestión, el presidente Bukele ha socavado los controles y los frenos y contrapesos al ejercicio del poder, implementando en el país un modelo autoritario.
La revista puntualiza en casos como la destitución de los magistrado de la Sala de lo Constitucional y la imposición de abogados afines a su proyecto político e imponer su reelección pasando sobre la Carta Magna y apoyado por “una Corte Suprema dócil”.
Régimen de excepción y el riesgo democrático
The Econnomist no dejó fuera el régimen de excepción, vigente desde hace diez meses y que es considerado entre los factores de riesgo democrático, porque “restringió severamente las libertades civiles y condujo al encarcelamiento de alrededor del 1% de la población bajo sospecha de ser pandilleros”, reza el informe.
Asimismo, agrega que “muchos de los capturados han terminado en las cárceles superpobladas de la nación, a menudo sin el debido proceso, y docenas han muerto bajo custodia, donde la tortura es supuestamente rampante”.
Por otra parte, estaca que, bajo la suspensión de las garantías constitucionales, el gobierno impuso medidas que atentan contra las libertades de los medios de comunicación.
En noviembre de 2022, la nueva directora para las Américas en Human Rights Watch (HRW), la colombiana Juanita Goebertus, dijo que “El mundo debería poner los ojos sobre El Salvador si no queremos tener una cuarta dictadura en la región”.
Goebertus manifestó que el proceso acelerado hacia el autoritarismo de El Salvador era preocupante porque veían que en tres años de gestión. Bukele habila logrado lo que al chavismo le tomó una década.
“Estamos de cara al perfecto manual de un autoritario latinoamericano y, tristemente, ante una ciudadanía que hoy está dispuesta a que se le restrinjan sus derechos simplemente porque siente que en el pasado la democracia no le dio más seguridad, mejores condiciones económicas ni resultados contra la impunidad. El mundo debería poner los ojos sobre El Salvador si no queremos tener una cuarta dictadura en la región”, acotó